El 17 de Octubre, la ciudad fue víctima de dos actos que tenían el mismo objetivo pero terminaron siendo contradictorios. Mientras que en el seno de Nueva Córdoba se abrían -por primera vez luego de su remodelación- las puertas del Museo Superior de Bellas Artes; más al sur de la metrópoli, precisamente en el Pabellón Argentina de Ciudad Universitaria (ver mapa), un grupo de personas trataban de impedir el comienzo de una muestra artística cuya temática era la libertad de expresión.
Estos dos acontecimientos, marcaron la tercer semana del mes, otorgándole un tinte particular. Por un lado, la apertura de uno de los espacios culturales más importantes que posee la provincia. Si bien, es preciso aclarar que tampoco este evento careció de polémicas relacionadas a las refacciones que se realizaron en el conocido Palacio de Ferreira, no se puede negar que hubo un intento de proyectar producciones artísticas más allá de su círculo íntimo.
Por otro lado, la ansiedad de defender los ideales universales como propios y no dar lugar al otro generalizado, se puso de manifiesto en el corazón de Ciudad Universitaria. Un grupo de 15 fanáticos religiosos obstaculizó el ingreso a la sala de exposición con el objetivo de que cerraran la muestra denominada: “Jornadas por la libertad de expresión”. ¿Qué dicotomía no? Dos caras de la misma moneda: unos trabajando para reivindicar los derechos que como país democrático tenemos todos sus habitantes, y otros, atacando los pilares básicos sobre los que debe sustentarse el bienestar social.
El final de los conflictos que ocasionaron las personas negadas a una libre expresión, gozó de un cierre ejemplar. Con un fiscal de por medio, los agresores debieron dejar el paso libre a los artistas y estos debieron aguardar silencio en espera de un comienzo cálido y tranquilo de la exhibición. Estos actos demuestran que nuestra sociedad está avanzando y superando antiguos límites que impedían al hombre profundizar ciertos aspectos desde la individualidad.
Por otro lado, la ansiedad de defender los ideales universales como propios y no dar lugar al otro generalizado, se puso de manifiesto en el corazón de Ciudad Universitaria. Un grupo de 15 fanáticos religiosos obstaculizó el ingreso a la sala de exposición con el objetivo de que cerraran la muestra denominada: “Jornadas por la libertad de expresión”. ¿Qué dicotomía no? Dos caras de la misma moneda: unos trabajando para reivindicar los derechos que como país democrático tenemos todos sus habitantes, y otros, atacando los pilares básicos sobre los que debe sustentarse el bienestar social.
El final de los conflictos que ocasionaron las personas negadas a una libre expresión, gozó de un cierre ejemplar. Con un fiscal de por medio, los agresores debieron dejar el paso libre a los artistas y estos debieron aguardar silencio en espera de un comienzo cálido y tranquilo de la exhibición. Estos actos demuestran que nuestra sociedad está avanzando y superando antiguos límites que impedían al hombre profundizar ciertos aspectos desde la individualidad.
El 17 de Octubre, fue un día de desafíos para la esencia del arte en Córdoba. Mientras que el ex Palacio de Ferreira se convertía en una manifestación cultural, el Pabellón Argentina, ponía a prueba la magnitud de los peligros que pueden terminar con la emancipación de disímiles puestas en escenas. “El arte del miedo tiene una dilatada tradición en la Argentina”, afirmó el prestigioso periodista de La Voz del Interior, Emmanuel Rodríguez. A partir de esta declaración, cabría preguntarse: ¿Estos acontecimientos, serán una visión apresurada de un futuro liberal?.
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Antecendentes de censuras del arte en Córdoba:
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