Parece que no sólo las limitaciones atacaron a las verduras. Los rubros que se restan de las compras cotidianas cada vez son más. El fin de semana, pude observar la realidad, sentir la desesperación y dar cuenta de la preocupación que acecha a más de un comerciante.
Dando una vuelta por uno de los shopping más concurridos de la ciudad, noté que las empleadas de los diversos locales, estaban en su trabajo pero sin trabajo ¿se entiende?.
Es decir, cada vendedor se encontraba detrás del mostrador o acomodando sus productos, pero solo.
La ausencia de los fervientes compradores se hizo presente. Eran contados los negocios que tenían uno o dos clientes. El resto, vacío. La gente daba vueltas, opinaba sobre las vidrieras pero no compraba.
Los empleados optaron por acomodar sus productos, limpiar su local y otros se dedicaron a hacer sociales, ya que evitaban dormirse hablando por teléfono. ¡Había que aprovechar! Ya que la factura del teléfono la paga el dueño…
Dando una vuelta por uno de los shopping más concurridos de la ciudad, noté que las empleadas de los diversos locales, estaban en su trabajo pero sin trabajo ¿se entiende?.
Es decir, cada vendedor se encontraba detrás del mostrador o acomodando sus productos, pero solo.
La ausencia de los fervientes compradores se hizo presente. Eran contados los negocios que tenían uno o dos clientes. El resto, vacío. La gente daba vueltas, opinaba sobre las vidrieras pero no compraba.
Los empleados optaron por acomodar sus productos, limpiar su local y otros se dedicaron a hacer sociales, ya que evitaban dormirse hablando por teléfono. ¡Había que aprovechar! Ya que la factura del teléfono la paga el dueño…
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