Cuba está siendo objeto de una serie de cambios. Los mismos, indican un progreso en la organización de la isla y mejoras en la calidad de vida de sus habitantes. Al parecer el gobierno de Raúl, da cuenta de algunas “cositas” a las que Fidel se negaba aceptar. “Cositas” del siglo XXI, “cositas” de la era posmoderna, “cositas” del mundo globalizado, es decir “cositas” acorde al ritmo de nuestra cotidianeidad.
“Cositas” que si bien no tienen una profunda argumentación aparecen como una señal de esperanza para el pueblo cubano. “Cositas” que nada tienen que ver con la política en sí –ya que los cambios en ese terreno, han sido casi nulos- pero que mucho se relacionan con necesidades obvias, propias de nuestro tiempo.
“Cositas” que han servido para que los más crueles demonios del planeta se agarren y quieran remar con ellas. Sí, “cositas” que trajeron alegría a más de uno. Pero ese entusiasmo no sólo estuvo presente en los afectados directamente, sino también en aquellos que aprovecharon la situación para tomar ventaja y demostrar que “Raúl no es el único bueno”.
Digo aquellos que quisieron tomar partido en el juego, para que el mismo no esté liderado por la máxima autoridad cubana y sea éste quien se lleve los laureles. Por este motivo, Bush no quiso quedar afuera de tanta amabilidad y se prendió como garrapata a esta nueva ola solidaria que se lanza desde el país comunista del Continente Americano.
El presidente EEUU puso en funcionamiento una política que permitirá a los habitantes del país del norte que poseen familiares en Cuba, enviarles teléfonos celulares para que puedan comunicarse seguido. ¿Espíritu solidario para con su enemigo?¿momento de tregua?¿arrepentimiento?.
No nada de eso. Muchos son los aspectos que están en juego. Obviamente el más importante como lo hace en todas y cada una de sus políticas: aparecer como el bueno de la película. ¡Claro! ¡No podía ser! Raúl le estaba ganando la pulseada. ¡Algo debía pensar!. Y lo pensó. Y lo pensó bien. Ahora son dos, los buenos de la serie.
Pero tampoco hay que olvidar las elecciones estadounidenses. Sí, falta menos para los resultados finales. Bush no se podía despedir sin tener protagonismo en el último tramo de su gobierno y en su relación para con Cuba.
“Cositas” que si bien no tienen una profunda argumentación aparecen como una señal de esperanza para el pueblo cubano. “Cositas” que nada tienen que ver con la política en sí –ya que los cambios en ese terreno, han sido casi nulos- pero que mucho se relacionan con necesidades obvias, propias de nuestro tiempo.
“Cositas” que han servido para que los más crueles demonios del planeta se agarren y quieran remar con ellas. Sí, “cositas” que trajeron alegría a más de uno. Pero ese entusiasmo no sólo estuvo presente en los afectados directamente, sino también en aquellos que aprovecharon la situación para tomar ventaja y demostrar que “Raúl no es el único bueno”.
Digo aquellos que quisieron tomar partido en el juego, para que el mismo no esté liderado por la máxima autoridad cubana y sea éste quien se lleve los laureles. Por este motivo, Bush no quiso quedar afuera de tanta amabilidad y se prendió como garrapata a esta nueva ola solidaria que se lanza desde el país comunista del Continente Americano.
El presidente EEUU puso en funcionamiento una política que permitirá a los habitantes del país del norte que poseen familiares en Cuba, enviarles teléfonos celulares para que puedan comunicarse seguido. ¿Espíritu solidario para con su enemigo?¿momento de tregua?¿arrepentimiento?.
No nada de eso. Muchos son los aspectos que están en juego. Obviamente el más importante como lo hace en todas y cada una de sus políticas: aparecer como el bueno de la película. ¡Claro! ¡No podía ser! Raúl le estaba ganando la pulseada. ¡Algo debía pensar!. Y lo pensó. Y lo pensó bien. Ahora son dos, los buenos de la serie.
Pero tampoco hay que olvidar las elecciones estadounidenses. Sí, falta menos para los resultados finales. Bush no se podía despedir sin tener protagonismo en el último tramo de su gobierno y en su relación para con Cuba.
Y bue…no era de esperar mucho menos de este personaje. Está acostumbrado a llevarse el Oscar en todos sus movimientos. Lo que no percibe, es que el único reconocimiento que recibe con ese premio, es de los suyos. No puede contar ni siquiera con el del que se encuentra en la esquina. Es demasiada distancia ya.
1 comentario:
Lo del apoyo a Bush es increíble. Yo todavía no entiendo como fue reelecto, tengo en la cabeza la imágen final de Farenheit (de Moore) -que salió poco antes de esas elecciones- en la que el periodista le asegura al presidente que el pueblo estadounidense no es tonto, que ya se dio cuenta de quién lo gobierna...
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